“La llevaré al desierto y allí le
hablaré al corazón”
La aridez por tantos años ha sido
mi refugio, es donde me has llevado, luz suave, me apartaste y me llevaste.
“En soledad
vivía y en soledad ha puesto ya su nido
Y en
soledad la guía, a solas su querido
También
en soledad de amor herido”
Me volví
aridez de tanto vivir en ella, el polvo de las tormentas del desierto me cubrió
y allí quedé, como estatua de arena, contemplándote solitaria y no me importó
mi apariencia, solo mi amor y tu amor.
Desapareciste y
huiste, no sé dónde y no sé cuándo, y si volverás no lo sé, a veces siento la
tibieza apenas de uno de tus rayos, y tu presencia me envuelve delicadamente y
siento que estás y que vives. Otras veces quise ser una flor y sacudir las
arenas fijas en mí, pero ya me es imposible. La suavidad de mis pétalos es solo
un recuerdo lejano de juventud. Ahora yazgo agreste en la soledad, impávida y desolada.
A veces creo
reconocer entre los susurros del viento tu voz, a veces creo que me miras desde
lejos, y quisiera que fueras la brisa que me despeja el cuerpo y lo vuelve
pétalos y tallos, que tu agua llegara desde alguna mística vertiente a
humedecer, a suavizar, a deleitar mi alma. ¿Dónde estás, dónde te has ido luz
suave? Rescátame del desierto, llévame nuevamente a tus jardines.
“Levántate
amada mía hermosa mía y vente
Porque
mira, ha pasado ya el invierno
Han cesado
las lluvias y se han ido
Aparecen
las flores en nuestra tierra
El tiempo
de las canciones es llegado
Hecha
la higuera sus yemas y las viñas en cierne exhalan su fragancia.
Levántate
amada mía, hermosa mía y vente.”
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