Me
ha sido negado el placer del amor romántico. Esas delicias cantadas por los
poetas, esos sentimientos que han llevado hasta la muerte a los más atrevidos
amantes no correspondidos. Ese sentimiento que lleva a despreciar la vida, que
hunde en la angustia pero que también asciende a la divinidad, al misticismo. La
vía más rápida para que el alma neófita deguste placeres celestiales.
¿Mas,
quien puede haber sido tan cruel de privarme de amar?
Nadie
más que mi ego.
Ni amar
ni ser amada, solos narciso y yo, en nuestro tanque de agua pura y clara, donde
mi reflejo se exprese delicado, cierto, intrínseco, enamorado. Donde mis ojos
sus ojos, brillen y envuelvan, donde la melodía del éter descienda y acaricie,
donde la brisa y el mullir de los árboles y sus hojas dancen al compas de mis
suspiros. Esencia diáfana, divina;
“huerto
cerrado
Fuente
sellada
Es mi
hermana, mi novia”
“toda
pulcra eres amada mía
En ti
no hay mancha”
La fuente
de nuestro amor, nuestro espejo divino, fluimos tu y yo, yo y yo, simplemente,
somos. No hay cabida para otra esencia, sería una aberración, una profanación. Los
frutos del huerto yacen intactos, no pueden ser tomados por manos profanas, no
puede el aire contaminado del otro ingresar al sancta sanctorum del alma.
Si,
locura irracional, perpetua, inmensa, sempiterna, dulce, exquisita,
embriagadora. Yo, en soledad, yo soñando mundos inalcanzables y perfectos, yo
bañada en colores de la aurora, yo, en calma, en paz infinita. Yo diosa y
esclava. Yo, reina negra y blanca del tablero, yo emperatriz de mi universo,
dueña de mi huerto, de mi fuente, de mis vestidos diáfanos del alma.
En mi
mundo amar es imposible, quebrantar todo ese orden, dar cabida al caos, a lo
pasajero, a la otredad demoledora e invasora.
Buscar
la otredad, lo he hecho mil veces, pero solo para satisfacer las ansias de mi
ego, toma lo que es suyo y se va. Quien lo vivió bien lo sabe.
Uno de
mis más caros sueños incumplidos ha sido enamorarme. Jugué mil veces a
intentarlo, declamé la poesía más hermosa hija de las almas más puras,
parafrasee las canciones más bellas de los sensibles compositores, y aun así mi alma permanecía impávida,
inerte, incapaz. Pero me amo a mi, y eso es lo más valioso del universo.
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