"Yo no soy yo.
Soy este que va a mi lado sin yo verlo,
que, a veces, voy a ver, y que a veces olvido;
el que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pie, cuando yo muera."
Juan Ramón Jiménez
Antología poética
No sé cuando este o aquel calla, no creo en la dualidad ni la unidad, creo en la multitud. Y cuando ellos gritan me confunden y no puedo saber a quien escuchar. Un día oigo a uno y al siguiente al otro... Quien hable más fuerte, a ese voy a seguir. A la loba, o a la mujer, a la ninfa o a la pulcra, la lista sería muy larga... no somos dos, somos muchas.
Nadie podría haberlo dicho mejor que Hesse:
Estos hombres tienen todos dentro de sí dos almas, dos naturalezas; en ellos existe lo
que, a veces, voy a ver, y que a veces olvido;
el que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pie, cuando yo muera."
Juan Ramón Jiménez
Antología poética
No sé cuando este o aquel calla, no creo en la dualidad ni la unidad, creo en la multitud. Y cuando ellos gritan me confunden y no puedo saber a quien escuchar. Un día oigo a uno y al siguiente al otro... Quien hable más fuerte, a ese voy a seguir. A la loba, o a la mujer, a la ninfa o a la pulcra, la lista sería muy larga... no somos dos, somos muchas.
Nadie podría haberlo dicho mejor que Hesse:
Estos hombres tienen todos dentro de sí dos almas, dos naturalezas; en ellos existe lo
divino y lo demoníaco, la sangre materna y la
paterna, la capacidad de ventura y la
capacidad de sufrimiento, tan hostiles y confusos
lo uno junto y dentro de lo otro, como
estaban en Harry el lobo y el hombre. Y estas
personas, cuya existencia es muy agitada,
viven a veces en sus raros momentos de felicidad
algo tan fuerte y tan indeciblemente
hermoso, la espuma de la dicha momentánea salta
con frecuencia tan alta y
deslumbrante por encima del mar del sufrimiento,
que este breve relámpago de ventura
alcanza y encanta radiante a otras personas. Así
se producen, como preciosa y fugitiva
espuma de felicidad sobre el mar de sufrimiento,
todas aquellas obras de arte, en las
cuales un solo hombre atormentado se eleva por un
momento tan alto sobre su propio
destino, que su dicha luce como una estrella, y a
todos aquellos que la ven, les parece
algo eterno y como su propio sueño de felicidad.
Todos estos hombres, llámense como
se quieran sus hechos y sus obras, no tienen
realmente, por lo general, una verdadera
vida, es decir, su vida no es ninguna esencia, no
tiene forma, no son héroes o artistas o
pensadores a la manera como otros son jueces,
médicos, zapateros o maestros, sino
que su existencia es un movimiento y un flujo y
reflujo eternos y penosos, está infeliz y
dolorosamente desgarrada, es terrible y no tiene
sentido, si no se está dispuesto a ver
dicho sentido precisamente en aquellos escasos
sucesos, hechos, ideas y obras que
irradian por encima del caos de una vida así.
Entre los hombres de esta especie ha
surgido el pensamiento peligroso y horrible de que
acaso toda la vida humana no sea
sino un tremendo error, un aborto violento y
desgraciado de la madre universal, un
ensayo salvaje y horriblemente desafortunado de la
naturaleza. Pero también entre ellos
es donde ha surgido la otra idea de que el hombre
acaso no sea sólo un animal medio
razonable, sino un hijo de los dioses y destinado
a la inmortalidad."
El lobo estepario
Hermann Hesse
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