miércoles, 2 de julio de 2014

Narciso



Me ha sido negado el placer del amor romántico. Esas delicias cantadas por los poetas, esos sentimientos que han llevado hasta la muerte a los más atrevidos amantes no correspondidos. Ese sentimiento que lleva a despreciar la vida, que hunde en la angustia pero que también asciende a la divinidad, al misticismo. La vía más rápida para que el alma neófita deguste placeres celestiales.

¿Mas, quien puede haber sido tan cruel de privarme de amar?

Nadie más que mi ego.

Ni amar ni ser amada, solos narciso y yo, en nuestro tanque de agua pura y clara, donde mi reflejo se exprese delicado, cierto, intrínseco, enamorado. Donde mis ojos sus ojos, brillen y envuelvan, donde la melodía del éter descienda y acaricie, donde la brisa y el mullir de los árboles y sus hojas dancen al compas de mis suspiros. Esencia diáfana, divina;

“huerto cerrado
Fuente sellada
Es mi hermana, mi novia”

“toda pulcra eres amada mía
En ti no hay mancha”

La fuente de nuestro amor, nuestro espejo divino, fluimos tu y yo, yo y yo, simplemente, somos. No hay cabida para otra esencia, sería una aberración, una profanación. Los frutos del huerto yacen intactos, no pueden ser tomados por manos profanas, no puede el aire contaminado del otro ingresar al sancta sanctorum del alma.

Si, locura irracional, perpetua, inmensa, sempiterna, dulce, exquisita, embriagadora. Yo, en soledad, yo soñando mundos inalcanzables y perfectos, yo bañada en colores de la aurora, yo, en calma, en paz infinita. Yo diosa y esclava. Yo, reina negra y blanca del tablero, yo emperatriz de mi universo, dueña de mi huerto, de mi fuente, de mis vestidos diáfanos del alma.

En mi mundo amar es imposible, quebrantar todo ese orden, dar cabida al caos, a lo pasajero, a la otredad demoledora e invasora.

Buscar la otredad, lo he hecho mil veces, pero solo para satisfacer las ansias de mi ego, toma lo que es suyo y se va. Quien lo vivió bien lo sabe.

Uno de mis más caros sueños incumplidos ha sido enamorarme. Jugué mil veces a intentarlo, declamé la poesía más hermosa hija de las almas más puras, parafrasee las canciones más bellas de los sensibles compositores,  y aun así mi alma permanecía impávida, inerte, incapaz. Pero me amo a mi, y eso es lo más valioso del universo.


No hay comentarios: